Nuestra Historia
De dónde venimos y a dónde vamos
Las características y funciones del personal de mando en la franja intermedia entre los trabajadores de producción y la correspondiente a los directores de la empresa, hizo que a lo largo de la historia se vieran privados de sus derechos laborales, excluidos de los Convenios Colectivos de Trabajo (CCT).
Así ocurría en los años 1954 con Perón y 1958 cuando se crea SEGBA, donde –tal como lo explicitan los convenios de la época- quedaba expresamente determinado que aquellos que tenían un salario superior a $ 2.400 en el ‘54 o $ 7.000 en el ‘58, a moneda de curso legal de entonces (m$n), quedaban excluidos del convenio, como también quienes “a los tres meses de la firma del CCT llegaran a superar ese salario”.
Por lo tanto todo “personal superior” de “ese valor” quedaba “fuera de escala” (F/E como se lo denominaba), es decir, fuera del convenio. Esto dejaba establecido que por tratarse de un personal superior, a un nivel de ingresos “no tenía Convenio Colectivo de Trabajo, no tenía sindicato, y por lo tanto quedaban indefensos en sus derechos laborales”.
Esta realidad es la que motoriza al personal superior a tomar cartas en el asunto. Sumado al hecho de que el crecimiento industrial producido durante el gobierno de Juan Domingo Perón con el acceso a la educación universitaria de los hijos de los trabajadores, pasaban a formar parte de este estamento con intereses diferenciados.
Con esta plataforma de razones más que suficientes el personal jerárquico reacciona y así -en el año 1958- pasan a ser incluidos en los sindicatos del personal jerárquico, que son conformados por los trabajadores de las empresas de electricidad a lo largo y ancho del país.
Estos sindicatos de jerárquicos incluyen a los trabajadores que habían sido excluidos de los convenios vigentes, que estaban indefensos y sin el amparo de un sindicato que los representara en la defensa de sus derechos gremiales y sociales, sin un Convenio Colectivo de Trabajo. De esta manera los trabajadores pasan a estar organizados en sus sindicatos específicos.
Con el pasar de los años, luego de una reunión llevada a cabo en octubre de 1971, el 10 de diciembre de ese año con el consenso de cuatro asociaciones representativas de los mandos medios de las empresas Servicio Eléctrico del Gran Buenos Aires (SEGBA), Compañía Ítalo Argentina de Electricidad (CIAE), Agua y Energía Eléctrica Sociedad del Estado (AyE), y Dirección de la Energía de la Provincia de Buenos Aires (DEBA), se funda nuestra Federación Argentina del Personal Superior de Empresas de Energía, consagrando como primer presidente al titular de la Asociación del Personal Superior de SEGBA (APSS hoy APSEE -Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía-), Jorge Arata, quien encabeza una Comisión Directiva conformada por referentes de la misma asociación y el resto de las asociaciones: del Personal Superior de Agua y Energía Eléctrica, del Personal Jerárquico de la Dirección de la Energía de la Provincia de Buenos Aires, y del Personal Superior de La Compañía Ítalo Argentina de Electricidad.
Las coincidencias que llevaron a encarar un proyecto común en defensa de los derechos e intereses profesionales de los trabajadores jerárquicos del sector de la energía eléctrica quedaron formalmente plasmadas en el Congreso constitutivo realizado a comienzos de 1972 en la sede de la APSS (hoy APSEE), donde comenzamos a impulsar y llevar a los hechos el sentir gremial de nuestros representados a través de sus asociaciones, en el marco del modelo y programa eléctrico vigente en el orden nacional.
A la vez, sentamos las bases para un proyecto común en el que una Federación de puertas abiertas y predispuesta al diálogo hizo posible orientar nuestro accionar a establecer lazos de confraternidad con otras entidades afines de trabajadores jerárquicos, en los que la predisposición y capacidad profesional de nuestro asesor legal de entonces, el ex Ministro de Trabajo de la Nación, Dr. Alfredo Allende, jugó un papel fundamental.
Que la FAPSEE naciera en un contexto complicado para la vida institucional de la Nación, en especial para las organizaciones representativas de los trabajadores que conforman el movimiento obrero organizado, fue un factor determinante de su devenir histórico, participación y protagonismo.
En ese momento SEGBA era presidida por Jorge Sábato que estaba al frente de la cogestión de la empresa, donde los gremios del sector contaban con representación dentro del directorio, y dentro de la misma la Asociación del Personal Superior tenía a José Bianco como director sindical.
En ese contexto signado por una cronología oscura de golpes de Estado -incluso entre los mismos militares-, con la Constitución Nacional cajoneada, “las urnas bien guardadas” y la ciudadanía recluida en el temor y la incertidumbre, los trabajadores jerárquicos a fuerza de coraje y espíritu de lucha desde cada una de sus asociaciones no rehusaron enfrentar uno de los pasajes más cruentos de nuestra historia y hacer frente al desafío de unirse al cobijo de una entidad común, la FAPSEE, para enfrentar las difíciles circunstancias en pos del bien común.
Fueron tiempos de los que nuestra FAPSEE no estuvo exenta de las consecuencias. Con el retorno a la democracia el 10 de diciembre de 1983 comenzamos a dar los primeros pasos para restaurar la Federación que trajo consigo la suma de nuevas asociaciones como la de Tandil y la de HIDRONOR. En 1984 se integraron otras asociaciones que nos permitieron pasar de las cuatro que éramos cuando nacimos a un total de nueve entidades.
AQUEL VOLVER A EMPEZAR DE 1986
Esta refundación se termina concretando, previo llamado a un Congreso en agosto de 1986, el 29 de noviembre de ese año con la asunción de la Comisión Directiva electa en un acto en el Hotel “El Conquistador” de Capital Federal que pone en funciones al nuevo presidente Daniel Capece, titular de la APSS.
En el contexto de la recuperación de la democracia y sus instituciones, entre ellas las organizaciones sindicales que habían sido intervenidas por el proceso militar y con sus dirigentes perseguidos, prohibidos y hasta desparecidos, el citado 29 de noviembre de 1986 asumían formalmente las nuevas autoridades electas de nuestra Federación, en un hecho histórico dado el receso inconstitucional y la trascendencia del acto por tratarse de un volver a empezar para nuestra FAPSEE, ya que a poco de nacer, durante un gobierno de facto el 10 de diciembre de 1971 truncada en su accionar a pocos años de verla luz, se ponía nuevamente en marcha.
El acto de asunción realizado en uno de los salones del Hotel “El Conquistador” del centro de la ciudad de Buenos Aires, contó con la asistencia de altas autoridades del Poder Ejecutivo Nacional, los gobernadores de las provincias de Río Negro y Neuquén, el ministro y funcionarios de la cartera laboral, sus pares de Obras y Servicios Públicos, diputados y senadores de las comisiones de Energía, Trabajo y Obras Públicas, organismos internacionales, sindicatos y asociaciones del personal jerárquico, entes provinciales y cooperativas, entre otras entidades, estando así presente todos los actores sociales del área energética de nuestro país.
Encabezado por el Presidente electo de nuestra Federación, Daniel Capece, el orgánico dejó sentada su posición frente al panorama que visualizaba, marcando el camino a seguir. En ese contexto, se remarcó que “con las nuevas formas de trabajo que generó la industrialización; la supervisión, el planeamiento y el diseño, y control de la producción, generaron la especialización y la capacitación de un conjunto de hombres que, bajo el denominador común de la ‘responsabilidad’ fueron insertándose en el proceso económico y social del país”.
Nuestros dirigentes, sin imaginarse el proceso devastador que vendría pocos años después en la década de los noventa que terminarían sepultando el proyecto de una Argentina industrial que en pleno desarrollo conviviera con el tradicional modelo agro exportador, se refirieron al camino que llevaba a nuestros pares y representados del ámbito jerárquico a ser parte de ese proyecto de país que estaba inserto en la mente y el deseo de los hombres de trabajo de nuestra Argentina, que no era justamente la idea que desde las sombras pergeñaron aquellos que instalaron el modelo neoliberal.
Así es como pusieron el acento en los procesos productivos de entonces, indicando que “no basta con la aplicación de la supervisión y el control de la producción, sino que con la incorporación de la alta tecnología y la informática es necesario la alta capacitación y la formación profesional especializada”.
En ese contexto –aclararon- es “donde la responsabilidad del personal jerárquico lo compromete no solo con la eficacia empresaria, sino y fundamentalmente en la búsqueda de nuevas formas de producción que hagan más segura la labor de sus supervisados y en mejores condiciones ambientales y físicas», como así también en la seguridad de la estabilidad futura de nuestra fuente de trabajo en beneficio de todos los trabajadores.
Ya entonces la mirada de los hombres que estaban al frente de nuestra Federación apuntaba a una interpretación más clara, más precisa y sin zonas grises del rol que en el ámbito gremial nos compete y para el que nacimos.
En ese sentido y con la convicción de continuar impulsando la idea del gremialismo jerárquico en nuestro país, sostuvieron estar “completamente convencidos de que solo a través de la comprensión de nuestro rol se generan las nuevas relaciones de una sociedad moderna”.
Con estas palabras la nueva conducción de FAPSEE que asumía formalmente el 29 de noviembre de 1986 apuntaba al importante papel que el gremialismo jerárquico cumplía dentro del movimiento obrero organizado, subrayando: “por eso decimos que nuestro compromiso está ligado a un sindicalismo responsable, tanto en el plano económico como el social, aunque somos conscientes que el futuro desembocará en una sociedad altamente competitiva y en crecimiento, pero que ello debe estar enmarcado en un definido progreso social”.
Trazando un paralelo -quizás sin querer hacerlo- con aquella frase que un gran estadista argentino perpetuó cuando dijo “el año 2000 nos encontrará (a los trabajadores) unidos o dominados”, la flamante Comisión Directiva también dejó instalado un mensaje para las próximas generaciones al decir que “debemos hacer de todos los trabajadores de nuestras empresas, ciudadanos libres, responsables y eficientes, ya que es la única manera de no entrar en el siglo XXI caminando para atrás”.
“Una sociedad que moderniza –sostuvieron- es una sociedad en la que cada uno de nosotros, luego de haber tomado conciencia de la evolución del mundo que lo rodea y las adaptaciones necesarias, acepta asumir sus responsabilidades y es dentro de esa evolución donde las organizaciones sindicales deben adaptarse al cambio. Por ello el gremialismo jerárquico trata de conducir tres acciones simultáneas, la defensa de los derechos de sus afiliados, de ser el control de gestión de la estructura social que contribuya a construir, y la de ser actor socioeconómico responsable”.
En el análisis de situación y de cara al porvenir, advirtieron la necesidad de “vigilar en nuestra acción que las orientaciones futuras no se traduzcan en una política de regresión social, cuya consecuencia sería la de hacer pagar únicamente al cuerpo laboral el precio de la recuperación económica. De allí que el gremialismo jerárquico no puede ser solamente reivindicativo, sino que debe asumir su responsabilidad de gestión”.
Exhortaron también a “adquirir nuevos reflejos en el diálogo, zarandear actitudes condicionadas para el enfrentamiento, evitar encerrarse en oposiciones radicales, desarrollar la capacidad de iniciativa difundiendo la idea de responsabilidad, crear lazos donde frente a la complejidad creciente de la realidad social se pueda ejercer una acción concertada de regulación, y ordenar contractualmente las legítimas divergencias de intereses”. Concluyendo, consideraron: “nuestra idea aparece como el símbolo de la solidaridad colectiva al servicio de cada uno, lo que supone simplemente mirar las cosas tal como son, tener sinceridad en la acción, negándose a ceder a las presiones exteriores, atreviéndose a decir la verdad, peleando cuando es necesario, sabiendo negociar en el momento oportuno, expresando con fuerzas nuestras convicciones, esforzándonos en comprender el porvenir. Debemos evolucionar hacia una participación en la responsabilidad de la evolución social”.
HACIA EL PROTAGONISMO INSTITUCIONAL
Transitada esa refundación que dio comienzo a fines de 1986 es que llegamos a 1994 donde fue designado presidente de la FAPSEE el titular de APJAE, Jorge Fernández. Bajo su presidencia, en 1995 la Federación proyectó y concretó la adquisición del inmueble de nuestra primera sede propia, sita sobre la calle Moreno 1270 en el barrio porteño de Congreso, que forma parte de nuestro patrimonio actual.
En 1996, en el marco del congreso anual, asumió como titular de la FAPSEE el actual presidente, Antonio Álvarez, de la APSEE, con Jorge Fernández como vicepresidente. Ese mismo año, en el ejercicio de su presidencia se adquirió un nuevo inmueble al que luego de remodelarlo y ponerlo en condiciones se trasladó la nueva sede, que es la que actualmente funciona en la calle Salta 347 del centro porteño.
A lo largo de estos más de 40 años de vida institucional, la FAPSEE ha ido acompañando y fortaleciendo la acción gremial y social de las asociaciones adheridas, con su propia impronta tanto en la lucha por los derechos de los compañeros y compañeras de los mandos superiores, como de las mismas asociaciones cuando ven avasallada su competencia sindical.
En ese sentido, la lucha en los últimos tiempos ha sido permanente en relación a algunas empresas por la falta de reconocimiento de los trabajadores jerárquicos en la mesa donde se resuelven cuestiones que nos afectan, motivo por el cual hasta hemos llegado a recurrir a la justicia laboral y en algunos casos a efectuar la denuncia correspondiente ante el INADI por discriminación, como así también ante la OIT para que interceda.
Desde la Federación acompañamos y brindamos nuestro apoyo en la lucha conjunta frente a circunstancias que tienen que ver con actitudes negativas de parte del sector empresario para con el personal superior, producto de las presiones de quienes no quieren que el personal jerárquico esté sindicalizado.
A esta presencia de la FAPSEE a lo largo de cuarenta años, podemos sumar otros aspectos que destacar a lo largo de su historia, como lo es la relevancia dada a la capacitación de nuestra gente, de los propios trabajadores, cuadros y militantes gremiales, no solo para que tengan una visión más clara de la sindicación del personal superior o mandos medios, sino de los acontecimientos históricos que signaron las luchas en defensa de nuestros derechos, como de la legislación vigente y sus antecedentes que hacen al marco jurídico de los mismos.
Compañeros jerarquizados, la transmisión de la historia es un componente dinámico en el cual la idea de continuidad en la lucha por los intereses de los trabajadores está en evidencia en forma permanente. Debemos rescatar y remozar nuestros antecedentes para afianzar nuestra identidad.
No somos un híbrido, estamos presentes en los antecedentes genéticos de los luchadores sociales que dieron origen a las organizaciones sindicales, con aciertos y con errores. Una forma de destruir la identidad es ignorar el pasado, distorsionarlo, o solo resaltar selectivamente.